Por Franco Ucelli/DineroHN
La fuerza del crecimiento global va a ser, sin duda, uno de los elementos clave que determinará las perspectivas económicas de América Latina. Pero hay más. Aunque el crecimiento económico global se mantendrá bastante sólido en 2022, se espera que la intensidad sea algo menor a la de 2021, conforme las tendencias expansivas recientes encuentran nuevos equilibrios sostenibles a lo largo del tiempo.
Esta desaceleración podría afectar las perspectivas económicas de América Latina, una región que todavía no recupera plenamente el espacio económico perdido durante la pandemia. Sin embargo, no solo serán los vientos económicos globales los que impactarán su evolución, también lo harán numerosos factores de diversa índole, como COVID-19, eventos políticos puntuales, la demanda global de materias primas y la transformación digital que avanza a pasos agigantados.
De la pandemia a la endemia
Conforme el número de personas vacunadas en América Latina ha ido gradualmente aumentando, el porcentaje de infecciones y muertes por Covid-19 se ha reducido drásticamente. Sin embargo, siguen surgiendo nuevas variantes y la región está todavía bastante lejos de alcanzar la tan deseada inmunidad de grupo, que requiere que entre 80% y 90% de la población haya sido infectada por el virus o vacunada contra él.
Actualmente, se calcula que alrededor del 55% de los latinoamericanos están completamente vacunados, una cifra superior al promedio mundial de 47%. Sin embargo, las disparidades siguen siendo bastante evidentes, con países como Chile y Brasil con 86% y 66% de la población totalmente vacunada, y otros como Guatemala y Honduras, con tan solo 26% y 39%, respectivamente.
En la medida en que la medicina y la ciencia sigan encontrando la forma de contener la propagación y severidad del virus, la expectativa para 2022 es que la pandemia se degrade progresivamente hasta convertirse en endemia, es decir, en un mal constante que sigue patrones relativamente predecibles, como la gripe común.
Una diferencia clave entre pandemia y endemia es que, mientras la primera puede paralizar la actividad productiva del mundo para evitar la propagación de una enfermedad, como sucedió en 2020, la segunda permite mantener las puertas de la economía global abiertas.
La política mantendrá su protagonismo
Luego de un 2021 algo agitado y marcado por sorpresas electorales, en algunos casos complicados al menos desde la perspectiva del mercado, 2022 seguirá siendo un año de incertidumbre política para América Latina. Algunos de los principales países, como Brasil y Colombia, tendrán elecciones presidenciales en las que los candidatos de izquierda mantienen, al menos por ahora, considerables ventajas en las encuestas preliminares.
El péndulo ideológico regional pareciera estar inclinándose nuevamente hacia la izquierda del espectro político, lo cual podría tener severas consecuencias no solo para la longevidad de los modelos económicos ortodoxos vigentes, sino también para la rentabilidad de las inversiones financieras en los países implicados. A pesar de contar con un entorno global relativamente favorable, las idiosincrasias políticas propias de cada país son las que, como ha sucedido en el pasado, podrían poner en riesgo la estabilidad económica.
La economía avanzará, pero a un ritmo más lento
Antes de la pandemia, la economía global crecía en promedio alrededor de 3,4% al año. Esta tendencia cambió repentinamente en 2020, cuando la paralización de la actividad productiva hizo que el mundo se contrajera más de 3%. El año 2021 fue el de las reaperturas y reactivación económica. Se calcula que se produjo un crecimiento superior al 6%. Aunque las perspectivas para 2022 son bastante prometedoras, se prevé que el crecimiento global será algo menor, pero que igual supere los promedios tendenciales recientes y cierre el año alrededor del 4,5%.
En términos generales, resulta positivo tener una economía global relativamente sana y fuerte. Sin embargo, así no sea demasiado severa, la desaceleración prevista del crecimiento mundial puede no ser una buena noticia para América Latina, especialmente si una contracción de la demanda agregada global afecta negativamente no solo los flujos, sino también los precios de las materias primas de los que dependen las principales economías.
Si bien se espera que en 2022 Estados Unidos crezca por encima de su potencial, también se prevé que China lo haga ligeramente por debajo, lo cual podría neutralizar, al menos parcialmente, el impacto positivo en la región. Sin el beneficio de un efecto estadístico que juegue a favor, como en 2021 cuando América Latina creció alrededor de 6,7%, las proyecciones más recientes muestran que la expansión económica podría ser de tan solo 1,8% tanto este año como en 2023, un nivel ligeramente inferior al crecimiento potencial actual.
El mensaje es claro: América Latina crecerá en 2022, pero a un ritmo bastante más lento que en 2021, lo que quiere decir que, si las cosas siguen como van, los niveles económicos pre-pandemia podrían no ser alcanzados hasta 2023.
El repunte de las materias primas hará una pausa
En América Latina no llueve café, pero más del 60% de las exportaciones de las principales economías son de materias primas. El crecimiento de titanes como Brasil, Argentina, Chile, Perú y Colombia—México es una clara excepción, ya que la gran mayoría de sus exportaciones es de manufacturas—está altamente relacionado con los productos agrícolas, minerales y energéticos.
La historia es bastante simple: cuanto más alto es el precio de las materias primas, más sube el valor del producto interno bruto regional. Este fue precisamente el caso en 2021, cuando la reactivación de la demanda global y numerosos obstáculos en las cadenas de distribución impulsaron fuertemente el precio internacional de importantes materias primas como el petróleo, el cobre y los granos, los cuales, en su conjunto, subieron cerca de 25%.
Lamentablemente, las expectativas para este año no son tan alentadoras, pues se espera que, en la medida en que la demanda agregada y el crecimiento global se moderen y las limitaciones de la oferta se resuelvan, los precios de las materias primas latinoamericanas disminuyan.
Aunque éste no sería el mejor de los escenarios, tampoco implicaría el fin del mundo. Resolver las disrupciones en las cadenas de suministro toma tiempo, por lo que se prevé que la caída de los precios sea gradual, ordenada y moderada, lo cual, a su vez, ayudaría a que los efectos adversos en el crecimiento de los tipos de cambio y las cuentas externas de los países no sean desmesurados.
La transformación digital seguirá navegando con vientos a favor
Son dos los sectores de la transformación digital, un fenómeno global que viene ganando mucha fuerza, en los que América Latina ha sobresalido recientemente. También son dos en los que las perspectivas de crecimiento siguen siendo sumamente favorables: la tecnología financiera (fintech) y el comercio electrónico.
En la medida en que la penetración bancaria ha sido relativamente baja y el uso de internet, sobre todo a través de dispositivos móviles, se ha incrementado ágilmente, las operaciones bancarias en línea y los pagos digitales han crecido rápidamente.
La pandemia ha acelerado el aumento de las compras en línea, lo cual ayudó al comercio electrónico a crecer más de 67% en 2020, cuando gran parte de la población estuvo confinada en sus hogares, y 27% en 2021, aún con las reaperturas. Con muchos minoristas tradicionales invirtiendo fuertemente en sus operaciones de comercio electrónico, se espera que la expansión del sector sea en torno a 28% tanto en 2022 como en 2023.
Dado que la penetración de billeteras digitales en la región es inferior al 10%, en comparación con 30% a nivel global, y la del comercio electrónico es menor a 6%, comparado con más de 15% en Estados Unidos, las oportunidades de crecimiento e inversión son muy amplias. Un elemento positivo adicional es que se espera que la intensificación de la transformación digital contribuya significativamente al desarrollo, equidad y crecimiento de América Latina, todos objetivos muy nobles.
2022: Un año de desafíos y oportunidades
Un virus que llegó para quedarse, un panorama político incierto, la desaceleración del crecimiento económico global y la moderación del precio de las principales materias primas de exportación serán algunos de los desafíos que América Latina tendrá que negociar en 2022. Pero el nuevo año también llegó lleno de oportunidades en numerosas áreas, como la transformación digital, que tanto puede contribuir al desarrollo y equidad.
Aunque la magnitud de la expansión que la región consiguió en 2021 en un contexto de reactivación y reaperturas es difícilmente replicable, las condiciones globales están dadas para que siga consolidando su recuperación económica en el corto plazo. Es por ello que se espera que este sea un año de crecimiento positivo para América Latina, uno en el que se acercará aún más al restablecimiento de sus niveles económicos pre-pandemia.