Los ingenieros de la central nuclear de Fukushima empezaron este jueves el vertido del agua residual acumulada en la planta tras haber sido tratada, en una operación segura según Japón, que provocó indignación en China.
La descarga de más de 500 piscinas olímpicas de agua en el Pacífico es un paso importante para garantizar la seguridad de la central, todavía muy peligrosa doce años después de uno de los peores accidentes nucleares de la historia.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida fue quien anunció que comenzarían a verter al mar el agua radiactiva tratada de la central nuclear, a pesar de la preocupación de los pescadores locales y la persistente oposición de China.
Según informó Kyodo News, la controvertida decisión se tomó en una reunión ministerial, ya que una cantidad significativa del agua se ha acumulado en el lugar desde el accidente nuclear de 2011 desencadenado por un devastador terremoto y el tsunami subsiguiente.
Es probable que el gobierno de Kishida se enfrente a una reacción violenta por parte de la industria pesquera, que considera que el plan sigue adelante sin su consentimiento ni explicaciones suficientes sobre si el gobierno puede realmente salvaguardar la reputación de sus productos marinos.
Durante la reunión en la oficina del primer ministro, Kishida prometió hacer el máximo esfuerzo para eliminar el agua tratada y desmantelar la planta siniestrada de forma segura, diciendo: “El gobierno asumirá toda la responsabilidad, aunque lleve décadas”.
Tras el anuncio de Kishida, Tomoaki Kobayakawa, presidente de la operadora de la central, Tokyo Electric Power Company Holdings Inc, dijo a la prensa que ha dado instrucciones a los empleados para que comiencen “rápidamente” los preparativos para el vertido del agua.
La cantidad de agua tratada del complejo de Fukushima que se verterá al mar desde el año fiscal 2023 hasta el próximo mes de marzo será de 31.200 toneladas, según TEPCO.
En abril de 2021, el predecesor de Kishida, Yoshihide Suga, dio su aprobación para el vertido del agua al océano Pacífico “en unos dos años”. El gobierno actual dijo en enero que llevaría a cabo el plan en algún momento entre “primavera y alrededor del verano”.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica concluyó en julio que el plan de Japón se ajustaba a las normas de seguridad mundiales y tendría un “impacto radiológico insignificante en las personas y el medio ambiente”, lo que llevó al gobierno a proceder al vertido de agua.
China, junto con Rusia, pidió a Japón el mes pasado que considerara la posibilidad de vaporizar y liberar el agua a la atmósfera, lo que, según ellos, tendría un impacto menor en el medio ambiente, según fuentes diplomáticas.
El agua tratada se diluirá con agua de mar hasta una cuarta parte de la concentración permitida por las normas de seguridad japonesas antes de ser vertida a través de un túnel submarino a 1 kilómetro de la central.
Japón, por su parte, ha señalado que tanto China como Corea del Sur han vertido anteriormente al mar residuos líquidos con altos niveles de tritio procedentes de centrales nucleares situadas en sus propios países.
Se sabe que el tritio es menos nocivo para el cuerpo humano que otros materiales radiactivos, como el cesio y el estroncio, dado que emite niveles muy débiles de radiación y no se acumula ni concentra en el interior del cuerpo humano.
Pero los críticos afirman que sigue siendo incierto si el material radiactivo es definitivamente seguro para los seres humanos y el medio ambiente, citando la falta de datos a largo plazo.