Latinoamérica se mantiene, al igual que en las tres décadas pasadas, como la región del planeta con mayor desigualdad de ingresos, de acuerdo con un informe que presentó el viernes el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) en Lima, Perú.
“La falta de acceso a la formación de capital humano, empleos de calidad y la inclusión financiera son factores clave que perpetúan la desigualdad entre generaciones en América Latina y el Caribe”, apuntó el CAF en un comunicado en el que destacó el “origen familiar” como un elemento fundamental para las opciones de progreso de una persona.
El reporte “Desigualdades heredadas: El rol de las habilidades, el empleo y la riqueza en las oportunidades de las nuevas generaciones” demuestra que el 30% de los jóvenes latinoamericanos comparten el mismo puesto ocupacional que sus padres. Explica que las personas que, por diferencias sociales y poca educación recibida en sus primeros años, tienen menos habilidades laborales sufren un empeoramiento de condiciones.
Además, la desigualdad en la región no es un fenómeno nuevo, sino que sus orígenes se remontan a la época colonial. Pese a los muchos avances logrados en diferentes indicadores de desarrollo económico y social en las últimas décadas, los niveles promedio de desigualdad en la región no han cambiado de manera sustancial ni sostenible y siguen siendo, más allá de los matices propios de cada país, un rasgo característico de las sociedades latinoamericanas y caribeñas.
El Reporte de Economía y Desarrollo 2022 (RED 2022) plantea que la alta desigualdad en la región tiene raíces muy profundas, que la han transformado en un fenómeno inercial. Como resultado de esta inercia, hay una fuerte persistencia a lo largo del tiempo en quiénes son los individuos y las familias más y menos pudientes o aventajadas.
Así, el RED 2022 se enfoca en documentar y explicar la evolución de la movilidad intergeneracional en la región, considerando las múltiples dimensiones que determinan los niveles de bienestar de padres e hijos. Para este diagnóstico, el reporte toma una perspectiva de largo plazo y estudia cohortes nacidas a lo largo del siglo XX y comienzos del XXI. Con mediciones novedosas, se analizan la movilidad educativa, la ocupacional, en ingresos, salud y riqueza.
Además, se aporta evidencia original que señala que en la región los lazos intergeneracionales podrían ir más allá de las dos generaciones consecutivas que se conforman con padres e hijos y extenderse a antepasados más lejanos.