El Canal de Panamá es una de las infraestructuras que más impacto han tenido en la economía global durante el siglo pasado ya que un enlace clave entre dos océanos y también la ruta más corta entre ellos, lo que ha facilitado durante décadas los envíos de mercancías por barco.
Se estima que por el pasa casi el 6% del comercio mundial, lo que se traduce en más de 12.000 barcos cruzando cada año para llevar carga a más de 160 países.
Sin embargo, el Canal de Panamá está atravesando la peor crisis de su historia: se está quedando sin agua por una sequía brutal que ya dura muchos años. Y eso está afectando al transporte. Los buques portacontenedores ya se ven obligados a reducir su peso y pagar tarifas para cruzarlo.
La situación actual. Ya en 2019 la región registró una reducción del 20% de lluvias en comparación a la media, convirtiéndose en el quinto año más seco desde los años 50. Desde entonces, las autoridades han recortado la cuota de barcos que cruzan el canal con el fin de ahorrar agua, a la par que han restringido el calado límite de los barcos. Sin embargo, desde entonces no han cambiado las cosas. Las precipitaciones fueron este año menos del 50% de lo normal de febrero a abril, según Everstream Analytics.
Y los lagos que lo alimentan están registrando niveles muy bajos. Se prevé que el lago Gatún, el más grande de los que aportan agua al canal, alcance mínimos históricos en julio. Todo eso ha llevado a que se aplique un protocolo de tarifas de tránsito y restricciones de peso que se activan a medida que empeoran las condiciones de sequía.
Entre las restricciones más importantes está la que los buques más grandes deberán disminuir su calado, es decir, la profundidad a la que se sumergen en el agua, lo que significa transportar menos carga o reducir el peso de sus cargamentos. Ahora solo se permitirán calados de hasta 13,56 metros a los buques Neo-Panamax (barcos grandes como buques portacontenedores, transportadores de gas licuado de petróleo o graneles secos).
Eso podría traducirse en un 40% menos de carga en algunos barcos, según Nathan Strang, director de carga marítima de Flexport Inc. Y cualquier cuello de botella podría afectar a la industria energética de EEUU y su economía, considerando las expansiones de exportación de GNL que tendrán lugar los próximos años.
¿Qué puede pasar?
Tal y como lleva anunciando durante al menos tres años la Autoridad del Canal (ACP), la falta de lluvias hace peligrar el sistema de esclusas que ayuda a mover los barcos de un océano a otro. El lago que proporciona el agua necesaria para hacer funcionar el mecanismo de esclusas es el Gatún, una extensión de 430 kilómetros cuadrados. El problema es que el Gatún se está secando.
Y a todo eso se le suma el enorme gasto de agua que provoca el paso de los barcos: unos 190 millones de litros de agua dulce por cada paso. Y cada año cruzan 12.000 barcos.
Es así que el comercio mundial se enfrenta otra posible prueba de estrés, y esta vez el ‘rival’ a superar no es una pandemia o una guerra, sino el clima extremo.