En medio de la turbulencia en el sector bancario y la pugna política por el tope de la deuda estadounidense, la Reserva Federal aumentó el índice de referencia un cuarto de punto a entre 5% y 5,25 por ciento. Sin embargo, tras 14 meses de alzas.
En una declaración después de su reunión, el banco central estadounidense dijo que si bien el sistema bancario está “sano y resiliente”, la turbulencia en el sector podría inhibir los préstamos, el gasto y el crecimiento. Reiteró que el impacto de una reducción de los créditos bancarios “sigue siendo incierto”.
“El comité seguirá de cerca la información entrante y evaluará las implicaciones para la política monetaria”, dijo el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) en un comunicado. Omitió una línea de su comunicado anterior de marzo que decía que el comité “anticipa que podría ser apropiado un endurecimiento adicional de la política”.
“Es probable que las condiciones crediticias más estrictas para los hogares y las empresas pesen sobre la actividad económica, la contratación y la inflación”, dijo el comunicado del FOMC. “El alcance de estos efectos sigue siendo incierto. El comité permanece muy atento a los riesgos de inflación”.
Sin embargo, en una conferencia de prensa posterior, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, negó que las subidas de intereses vayan a pausarse por los sucesos acontecidos en las últimas semanas en el sistema bancario del país. “La decisión de una pausa no ha sido tomada hoy”, apuntó Powell en una rueda de prensa posterior a conocerse una nueva subida de los intereses, de un cuarto de punto.
La decisión de la Fed se da en un contexto sensible. Por un lado, la turbulencia en el sector bancario y la pugna política por el tope de la deuda estadounidense podrían debilitar la economía si los bancos restringen el crédito y los mercados financieros se derrumban ante la posibilidad de que la nación caiga en default. Por estas razones, algunos inversores creen que no sería aconsejable no seguir aumentando las tasas, al menos por ahora.
Pero por otro lado la inflación, aunque está cediendo, sigue por encima de la meta del 2% anual, por lo cual el banco central estadounidense podría verse obligado a seguir incrementando las tasas para inhibir más el crédito y los aumentos de precios. Ello podría acrecentar la posibilidad de una recesión.