La pandemia y la posterior reactivación económica que impulsó el PIB global y de varias economías, entre ella la hondureña, hicieron creer al mundo que los mayores desafíos en materia económica, social y política de los últimos años habían sido superados. Sin embargo, la guerra desatada entre Rusia y Ucrania se convirtió en otro obstáculo por superar.
La tensión geopolítica global que se desató a partir de dicho acontecimiento en febrero de 2022, dio paso a una nueva serie de crisis que afectó los precios de los alimentos y la energía, hecho que se ha consolidado en una inflación galopante a nivel global. Esto ha convertido el costo de vida en el riesgo mundial más grave que dominará los próximos dos años.
Según el informe del Foro Económico Mundial, ´The Global Risks Report 2023´, las secuelas económicas de ambos fenómenos han provocado una inflación desorbitada que ha llevado a normalizar las políticas monetarias, dando inicio a una era de bajo crecimiento y escasa inversión.
“Los gobiernos y los bancos centrales podrían enfrentarse a presiones inflacionistas en los próximos dos años, sobre todo por la posibilidad de una guerra prolongada en Ucrania, la persistencia de cuellos de botella de una pandemia y una guerra económica que ha debilitado la cadena de suministro”, se lee en el documento.
Además, advierte que los altos precios impulsados por la oferta, podría derivar en una estanflación, cuyas consecuencias socioeconómicas podrían ser graves, dada la interacción con niveles de deuda pública históricamente elevados. Este panorama podría extenderse hasta por 10 años.
Pese a que algunas economías van a experimentar un “aterrizaje” económico más suave de lo esperado, el final de la era de los tipos de interés bajos tendrá importantes ramificaciones para gobiernos, empresas y particulares. Esto afectará particularmente los sectores más vulnerables de la sociedad y los Estados más débiles, contribuyendo al aumento de la pobreza, el hambre, las protestas violentas, la inestabilidad política e incluso el colapso del Estado.
“Las presiones económicas también erosionarán los logros alcanzados por los hogares de renta media, estimulando el descontento, la polarización política y las peticiones de mayores protecciones sociales en países de todo el mundo”, agrega el análisis.
Los gobiernos seguirán enfrentándose a la peligrosa disyuntiva de proteger a una amplia franja de sus ciudadanos de una crisis prolongada del coste de la vida, sin que la inflación se incruste, y de hacer frente a los costes del servicio de la deuda a medida que los ingresos se vean sometidos a presiones de una recesión económica, una transición a nuevos sistemas energéticos y un entorno geopolítico menos estable.
La nueva economía resultante puede ser una de creciente divergencia entre países ricos y pobres y el primer retroceso del desarrollo humano en décadas.