En Siria, la catástrofe golpeó con más fuerza en el noroeste, controlado por los rebeldes
Los equipos de rescate sacaron a más supervivientes de entre los escombros el domingo, seis días después de uno de los peores terremotos que han sacudido Turquía y Siria, mientras las autoridades turcas trataban de mantener el orden en la zona de la catástrofe e iniciaban acciones legales por el derrumbe de algunos edificios.
Mientras las posibilidades de hallar más supervivientes son cada vez menores, el número de víctimas en ambos países por el terremoto del lunes y sus principales réplicas superó las 33.000 y seguirá aumentando. Ha sido el terremoto más mortífero en Turquía desde 1939.
Los residentes desplazados en la ciudad turca de Kahramanmaras, cerca del epicentro, dijeron que habían instalado tiendas de campaña lo más cerca posible de sus casas dañadas o destruidas para evitar que fueran saqueadas.
El presidente Tayyip Erdogan, cuestionado por su respuesta al terremoto mientras se prepara para unas elecciones nacionales que se prevén las más duras de sus dos décadas en el poder, prometió iniciar la reconstrucción en cuestión de semanas.
En Siria, la catástrofe golpeó con más fuerza en el noroeste, controlado por los rebeldes, dejando a muchos sin hogar por segunda vez tras haber sido desplazados por una guerra civil que dura ya una década, aunque la región ha recibido poca ayuda en comparación con las zonas controladas por el gobierno.
El enviado de la Unión Europea a Siria instó a Damasco a no politizar las cuestiones de ayuda humanitaria y rechazó las acusaciones de que el bloque no había proporcionado suficiente ayuda a los sirios tras la catástrofe.
Un desastre único
A lo largo de la carretera principal que conduce a la ciudad de Antioquía, donde los pocos edificios que quedaban en pie presentaban grandes grietas o fachadas hundidas, el tráfico se detenía ocasionalmente mientras los equipos de rescate llamaban al silencio para detectar señales de vida bajo las ruinas.
El jefe de ayuda de la ONU, Martin Griffiths, describió el sismo como el peor de la región en 100 años y predijo el sábado que el número de víctimas mortales se duplicaría como mínimo.
Griffiths alabó la respuesta de Turquía y afirmó que, según su experiencia, las víctimas de las catástrofes siempre se sienten decepcionadas por los primeros esfuerzos de ayuda.
El sismo es la séptima catástrofe natural más mortífera del mundo en lo que va de siglo, y su número de víctimas se acerca a las 31.000 de un terremoto en el vecino Irán en 2003.
Ha causado 24.617 muertos en Turquía y más de 3.500 en Siria, donde no se han actualizado las cifras desde el viernes. Turquía informó de que unas 80.000 personas se encontraban hospitalizadas y más de un millón en refugios provisionales.
En la ciudad siria de Alepo, controlada por el gobierno, el jefe de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, describió el desastre como desgarrador mientras supervisaba la distribución de ayuda y prometía más.
Los países occidentales han rechazado en gran medida al presidente Bashar al-Asad durante la guerra que comenzó en 2011.