Una pila de pedidos de destitución del mandatario de Brasil Jair Bolsonaro, se acumulan sobre la mesa del presidente del Congreso, Rodrigo Maia, que en pocos días debe pasarle ese peso político a su sucesor.
Son al menos 61 solicitudes, el mayor número ya presentado en tan poco tiempo contra un gobernante brasileño, que han aumentado por la mala gestión de la pandemia y por la presión popular que ha surgido pese a las restricciones.
El martes, líderes religiosos de diferentes creencias se unieron para entregar su pedido de “impeachment” (juicio político) contra Bolsonaro en el Congreso por la falta de iniciativas del Gobierno frente al coronavirus. Brasil es el segundo país del mundo con más muertes después de Estados Unidos, llegando a casi 220 mil vidas perdidas, y es el foco de una asustadora variante nacida en la Amazonia y que se transmite más rápido.
Obispos, pastores, curas y líderes de iglesias cristianas, católicas, evangélicas y protestantes sumaron 380 firmas pidiendo la salida del presidente. «El motivo principal está relacionado a la ausencia total de iniciativas de parte del Gobierno para reducir y contener los impactos de la pandemia de Covid-19», informó en el Congreso la pastora Romi Bencke, en nombre del Consejo Nacional de Iglesias Cristianas.
“La asfixia de Manaos es la asfixia de todo el país, que en este momento tiene a su población abandonada porque tenemos un gobierno que niega el derecho a la vida”, afirmó la religiosa. Al pedido de los religiosos se suman otros, presentados por partidos de oposición, pero en gran mayoría de organizaciones como los exalumnos de la Escuela de Medicina de la Universidad de São Paulo, e incluso de ciudadanos independientes.
El parlamentario centro-derechista Rodrigo Maia, le dejará la misión al próximo presidente del Congreso que debe asumir la próxima semana. Maia ya archivó cinco por cuestiones formales, y ha manifestado que no le parece que sea el momento de entrar en un proceso de destitución por no oír aún la voz de las calles.
El colapso de Manaos, donde llegó a faltar oxígeno para los pacientes y el número de muertes aumentó severamente como resultado de la variante, ha chocado a la opinión pública y aumentado las presiones populares, contra el presidente que negó la pandemia y se burló de la vacuna. Sin poder arriesgarse, brasileños han salido en caravanas contra el Gobierno y han organizado cacerolazos a lo largo del país. La popularidad de Bolsonaro está en 31%, la peor en dos años de Gobierno.